Eliseo Macín, la continuidad de un proyecto histórico

Marco Vinicio Dávila Juárez, miembro del Buró Político del Partido Comunista de México

El día sábado 9 de marzo pasado dejó de latir el corazón de nuestro entrañable camarada Eliseo Macín Hernández, miembro fundador del proyecto que permitió, tras un esfuerzo de diez y seis años, el nacimiento del Partido Comunista de México. Veracruzano digno, y digno heredero de la tradición agrarista de Úrsulo Galván, José Cárdel y Carolino Anaya, miembros del Partido Comunista de México fundado en 1919. Sobrevivió a la persecución que desde las esferas del gobierno se hacía contra los agraristas y que en el sexenio de Acosta Lagunes costó la vida de seis dirigentes campesinos, uno por año, todos ellos compañeros de lucha de Eliseo Macín. Todavía hace apenas unos pocos años, en junio del 2007, participó solidariamente en la recuperación de tierras que en la Huasteca veracruzana realizaron Los dorados de Villa, organización indígena-campesina, lo que le valió nuevamente la persecución estatal.

 

Yo lo conocí a mediados de los años ochenta del siglo pasado cuando vino a la región de Orizaba, Veracruz, como parte de la dirección estatal de la desaparecida Alianza Nacional de Trabajadores para estar al tanto y apoyar a los trabajadores de la Cervecería Moctezuma de Orizaba que habían decidido dar la lucha contra el líder charro y cacique sindical, el “todopoderoso” Daniel Sierra Rivera, cacique de horca y cuchillo, fundador y líder vitalicio de la Confederación Regional de Obreros y Campesinos (CROM) y asesor sempiterno del Sindicato de Obreros y Artesanos de la Industria Cervecera y Conexas (SOAICC); más de cincuenta años de corrupción y de sometimiento habían soportado los trabajadores cerveceros hasta que se dispusieron a luchar. Ahí andaba Macín, como se le conocía y lo llamaban los trabajadores, aportó su experiencia y orientó a algunas corrientes dentro del sindicato que pasaban a la ofensiva. A la postre, cayó el líder del sindicato y sacó sus sucias manos Daniel Sierra Rivera. No fue fácil, hubo golpes por parte de los esquiroles del sindicato y de la empresa,  persecución y cárcel para varios de los disidentes y Macín iba y venía de la capital del estado, a la ciudad de Orizaba, con oficios, amparos y demás formas legales, mientras, y eso es algo que el camarada Macín sabía muy bien, recomendaba a los trabajadores mantenerse organizados e iniciar movilizaciones, pues la acción legal sólo es efectiva si va acompañada de la movilización y la protesta.

A partir de ese episodio, hoy histórico, comencé a frecuentarlo en las oficinas de la ANT, en Xalapa, Ver., pues nuestro trabajo político en la región abarcaba diversos frentes, tanto obrero, como popular, e indígena-campesino y él era uno de nuestros asesores.

Recuerdo otra vez, estando en una reunión con solicitantes de vivienda en Xalapa, donde vivía con su familia, el camarada Macín no pudo llegar a la reunión y no faltó quien por la falta de conciencia, quiso comenzar a indisponer a la gente en contra de él, e inmediatamente un compañero presente calló al insolente y comenzó un recuento casi biográfico del andar revolucionario del camarada, desde su origen humilde hasta su paso por el ayuntamiento de la ciudad de Xalapa, donde ocupó el cargo de regidor por dos ocasiones demostrando de qué madera estaba hecho y poniendo el ejemplo de lo que debe ser un auténtico servidor del pueblo, pues ni se corrompió ni se enriqueció, antes bien con su esfuerzo no sólo gestionó obras para las colonias populares, sino que verdaderamente hizo avanzar las luchas del pueblo veracruzano; desde sus primeras tomas de tierra en su natal Cotaxtla hasta la formación de ejidos y núcleos de población y de las varias veces que salió con vida de las emboscadas que los caciques ordenaron y las guardias blancas ejecutaron sin éxito, y es que en verdad Macín fue un hombre odiado por sus enemigos de clase que vieron afectados sus latifundios disfrazados de pequeña propiedad; desde su participación al frente de solicitantes de vivienda hasta la enumeración de diversas colonias fundadas en los municipios de Cotaxtla, Fortín, La Antigua, Medellín y el puerto de Veracruz. Así, al terminar de hablar el compañero, todos en voz baja decían que no sabían todo eso porque el camarada Macín no hablaba de ello, y algunos de sus nietos, presentes en la reunión, lloraban porque no sabían todo lo que su abuelo había hecho.

Como hombre inquieto, era de iniciativa y acción. Fundó cooperativas agrícolas y asociaciones civiles para dar trabajo a jóvenes desempleados, al lado de él andaban siempre incluso profesionistas que recurrían a su experiencia, para consultarle sobre diferentes temas.

Lo recuerdo también recorriendo el estado de Veracruz desde Tantima y Tamalín en el norte, hasta Acayucán y Las Choapas en el sur y en todos los lugares que visitaba era siempre bien recibido, la gente se arremolinaba junto a él para plantearle sus problemas y él no se iba hasta atender al último de sus compañeros, y a todas las gestiones daba respuesta, a mí me tocó acompañarlo dos o tres veces en recorridos por la sierra de Zongolica.

Pero de entre todos los recuerdos, traigo a colación ahora, porque esta es desde el punto de vista de su militancia su mayor aporte a la lucha revolucionaria, su participación en el proceso de construcción del Partido Comunista de México. Hombre sencillo sí, militante consciente también; así, cuando la ola contrarrevolucionaria de fin de siglo barría los últimos vestigios de una estrategia equivocada, él no dudó y se sumó a aquel grupo de comunistas que firmó el Llamamiento del 20 de Noviembre de 1994, que tras una crítica feroz a la claudicación de los que arriaron las banderas, llamaba a la construcción de un partido revolucionario, del partido de la clase obrera, el partido comunista. Y una vez agotadas las posibilidades de hacer avanzar el proceso unitario fallido con el PRS, nuevamente es primero en firmar la declaración Un nuevo paso y la convocatoria a nuestro Cuarto Congreso. Desde 1994 dedicó a este proyecto todo su esfuerzo, en una etapa donde las inclemencias de su vida azarosa comenzaban a cobrarle la factura y su salud empezaba a quebrantarse, pero aun así, participaba activamente en las tareas de construcción partidaria donde destaca su capacidad para atraer a la lucha a la gente joven, sobre todo a los jóvenes de los barrios proletarios de los suburbios de Xalapa. Miembro del Consejo Nacional del Partido de los Comunistas Mexicanos, miembro del Comité Central en el fracasado proyecto de unidad del Partido de los Comunistas, pidió él mismo ya no ser propuesto para integrar el Comité Central del Partido Comunista de México, pues su salud le impediría cumplir cabalmente esta tarea.

La prensa burguesa calló su muerte y será porque nada bueno podían escribir sobre él sus enemigos, pero hoy su nombre pasa a formar entre aquellos que han abonado con su sangre el camino de la liberación de la especie humana, y por esta razón tampoco faltará quien pretenda charolear con su nombre. Y aunque el panteón de los héroes del proletariado no tiene derechos de propiedad, la manera más ruin de adocenar la vida de éstos es que los oportunistas, a los que el camarada Macín siempre combatió, reivindiquen sus nombres para crear una confusión que sólo favorece a los enemigos de la causa que combatieron.

La continuidad de un proyecto político como el que dio origen a nuestro partido se establece no sólo por la continuidad de los objetivos que se persiguen, sino también por la gente que acompaña dicho proyecto y en el proyecto de la construcción del instrumento de lucha de la clase obrera estuvo siempre el camarada Eliseo Macín Hernández.