Intervención de Eleni Mpellou

Miembro del Buró Político del CC del KKE en la Conferencia organizada por el PC de México con el tema: “El imperialismo y la revolución socialista. Sobre la cuestión de las llamadas vías nacionales al socialismo”

Estimados camaradas;

Aunque nuestros países, los Estados Unidos Mexicanos y Grecia, están en continentes distintos, sus propias historias tienen muchos elementos en común cuyo análisis ofrece conclusiones generales para la elaboración de la estrategia del movimiento obrero revolucionario internacional en el siglo XXI.

El año 1821 es un hito tanto para la existencia estatal mexicana como para la griega puesto que señala el levantamiento del pueblo mexicano contra el colonialismo español y del pueblo griego contra el imperio otomano.

Mientras estaba leyendo su historia, me di cuenta de otras coincidencias cronológicas como por ejemplo el año 1910 marcado por el objetivo del movimiento democrático-burgués en ambos países de eliminar los residuos feudales.

Sobre todo encontré características comunes entre Grecia y México en el desarrollo del capitalismo, en la posición que ocupan en la correlación internacional de fuerzas entre los estados capitalistas, por lo menos en el siglo XIX y la mayor parte del siglo XX.

Tanto el pueblo mexicano como el pueblo griego tenían que afrontar intervenciones militares y políticas de estados capitalistas poderosos durante estos dos siglos.

Los movimientos separatistas instigados, la anexión territorial, los ataques militares, la penetración de monopolios extranjeros para la explotación de recursos minerales, de materias primas, de los ferrocarriles etc. se realizaban bajo condiciones que provocaban la reacción de fuerzas burguesas liberales nacionales y de sectores de los terratenientes.

Así, en algunos períodos históricos tales fuerzas burguesas estaban más cerca a los obreros industriales, los empleados, los trabajadores de tierra y los demás sectores populares pobres.

No obstante, como ya saben del levantamiento de 1910-1911, esta aproximación fue oportunista y no podía servir como una alianza social firme. Al contrario, se dominó rápidamente la contradicción clasista entre el capital y el trabajo. La historia y la experiencia del movimiento obrero en Grecia son parecidas, incluso la experiencia del frente antifascista sobre todo en los años 1943-1944.

Pues lo que nos muestra nuestra historia es que: en el desarrollo del capitalismo mexicano y griego coexistían fuertes dependencias militares, políticas y económicas que a fin de mantenerse movilizaban a las fuerzas reaccionarias más anticuadas que en México tenían sus raíces en la dominación medieval española de tipo feudal o se basaban en órganos locales de poder (gobierno, presidente) con suspensión de algunas instituciones burguesas (p.ej. el Parlamento).

Por supuesto, México igual que Grecia experimentó períodos de modernización burguesa. Un tal período para su país fue en los años 1935-1940 así como en la década de 1960. No es casualidad que la mayor tasa de crecimiento medio del PIB en México, por 6,5%, fue en el período 1945-1972, mientras en la década de 2000 fue sólo 1,6%.

La nacionalización de monopolios extranjeros, la distribución de tierra, algunos elementos de la planificación económica para empresas estatales trajeron junto con el desarrollo capitalista un cierto aumento del valor de la fuerza de trabajo, del nivel educativo-cultural y del nivel de vida, aunque es bastante inferior de lo de Grecia (el ingreso del PIB es aproximadamente la mitad de lo de Grecia).

Sin embargo, un desarrollo parecido se nota en el desarrollo capitalista en Grecia, tal vez a un ritmo más rápido en la segunda mitad del siglo XX.

Estos desarrollos se reflejaban a nivel político incluso con la legalización del Partido Comunista y su representación en órganos institucionales p.ej. el Parlamento, en instituciones locales.

Sin embargo, nuestros partidos no interpretaban siempre correctamente estos desarrollos lo cual nos condujo a cometer errores en la estrategia de importancia significativa.

En el término “pueblo” a menudo se incluían fuerzas burguesas, la llamada “burguesía nacional” que fue considerada como fuerza social en la lucha antiimperialista. Como objetivo de la lucha antiimperialista fue señalado aumentar el papel del país en la correlación internacional de estados o más en concreto el cambio de la correlación entre los estados del continente americano limitando la dominación de los EE.UU. Se consideró erróneamente que los obreros-campesinos y las fuerzas burguesas pueden tener objetivos “nacionales” uniformes contra la dependencia imperialista.

El movimiento obrero, o sería más exacto decir el movimiento comunista, a menudo y durante largo tiempo se atrapaba en este esquema, fue incorporado en este esquema, o sea fue incorporado en los objetivos de las burguesías; sirvió las contradicciones interimperialistas en vez de utilizarlas. Como resultado, perdió muchas oportunidades valiosas en condiciones de crisis económica profunda, de inestabilidad política, de condición revolucionaria como en Grecia en 1944.

Se puede decir que incluso hoy en día, en el siglo XXI, dentro del movimiento comunista internacional sobreviven errores teóricos y decisiones estratégicas erróneas que datan muchos años atrás, incluso en posiciones revisionistas y desviaciones oportunistas de Partidos Comunistas de los estados capitalistas más poderosos, como lo de los EE.UU., del Reino Unido, de Francia, de España, de Alemania ya desde el segundo período de la II Guerra Mundial.

Por lo tanto, es oportuno y urgentemente necesario discutir sobre el contenido social-económico del imperialismo.

Incluso hoy en día existen Partidos Comunistas que consideran que el “imperialismo” es una invasión militar extranjera y el dominio político de un estado contra otro como es el caso de la intervención española en México a principios del siglo XVI que resultó en la eliminación violenta de los tribus indígenas y de su cultura.

Hoy también existen Partidos Comunistas que toman acción solamente en contra de un sólo centro imperialista p.ej. los EE.UU. o Bretaña y no en contra de la UE, Japón, Rusia, e incluso China.

Esto ocurre particularmente en países del continente americano porque han experimentado mucho sufrimiento por el imperialismo estadounidense. Por otra parte, otros centros imperialistas, p.ej. la UE, ejercen una política más flexible porque compiten con los EE.UU.; quieren ganar parte del mercado por lo tanto se mueven según los términos del mercado, no de la opresión “nacional”.

Es característica la actitud de la UE en las negociaciones sobre la Organización Mundial del Comercio en contradicción con las posiciones de los EE.UU. Todo esto se basa en el hecho que los EE.UU. han perdido su dinamismo y su dominio absoluto en la producción capitalista internacional que habían mantenido en la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX.

Hoy son más evidentes las contradicciones interimperialistas en relación con las décadas de 1950, 1960, 1970 entre los EE.UU. y Francia, EE.UU. y Alemania etc. aunque en el siglo XXI se han realizado intervenciones imperialistas en común, como en el caso de Afganistán.

Sin embargo, el imperialismo no es principalmente una intervención político-militar o dominación que provoca opresión nacional. Es esto también; es lo que ocurre por ejemplo en Irak. Pero el imperialismo es la fase superior del sistema capitalista, es la época histórica reaccionaria del capitalismo a nivel mundial. Sus características no cambian según la longitud y la latitud donde se encuentran las sociedades capitalistas, independientemente de su nacionalidad y origen racial, la religión, el patrimonio cultural, el idioma, su sistema político, la desigualdad capitalista en su interior y entre los estados capitalistas.

El capital participado (la empresa participada) que llevó al alejamiento del propietario de la organización de la producción, el parasitismo en la compra-venta de acciones (bolsa) y de bonos de cualquier tipo, la exportación del capital son características que existen en toda sociedad capitalista en el siglo XXI, independientemente de su organización nacional-estatal y su posición en el sistema imperialista internacional.

Este es el capitalismo monopolista, no el “capitalismo casino” como sostienen engañosamente varias posiciones oportunistas.

Grecia y México, igual que Rusia a principios del siglo XX, conocieron los primeros monopolios en las minas, los ferrocarriles, los bancos principalmente como monopolios extranjeros.

Sin embargo, aunque este hecho no detuvo al movimiento obrero revolucionario ruso a desarrollar su lucha revolucionaria por el poder obrero, en Grecia provocó una confusión en la elaboración del Programa del Partido Comunista. Condujo a la desviación estratégica de las fases de la revolución, a la adopción de un objetivo de poder intermedio, no un poder obrero a pesar del hecho que el poder en Grecia ya desde la fundación del KKE (1918) fue un poder capitalista. Entonces el poder fue capitalista aunque se incorporaron en ella fuerzas reaccionarias anticuadas (p.ej. la monarquía) y ocasionalmente fuerzas extranjeras –militares y políticas- de otros estados capitalistas p.ej. con representantes de los EE.UU. en las instituciones de poder, con bases militares etc.

Incluso hoy en día, la confusión sobre el carácter del imperialismo, de los monopolios lleva a partidos comunistas y obreros a una estrategia equivocada.

En el continente americano, sobre todo en los países de América Latina y del Caribe, los efectos de estas confusiones son evidentes.

Los EE.UU. resistían ante la perspectiva de perder sus posiciones en el continente americano y por eso apoyaron gobiernos militares y dictatoriales, promovían la unión aduanera bajo su dominio (ALCA), socavaban los gobiernos burgueses y los presidentes que se desviaban de su completo dominio.

Por otra parte, algunos gobiernos burgueses en los países de América Latina trataron de crear sus propias alianzas p.ej. ALBA, atrayendo Cuba que objetivamente necesitaba alianzas más amplias a nivel diplomático para hacer frente al bloqueo económico, la agresión y la acción subversiva de los EE.UU.

Esta complejidad y contradicción en los intereses de las burguesías de estos países en relación con los intereses de los EE.UU. no se interpretaba siempre correctamente, con criterios clasistas. Esto llevó algunos Partidos Comunistas a decisiones políticas equivocadas; a considerar como “camino al socialismo”, “socialismo con colores nacionales” ciertas modernizaciones burguesas que llegaron con retraso. Tales modernizaciones tienen que ver por ejemplo con la producción agrícola, ciertos beneficios sociales, la función de instituciones burguesas, la constitución de uniones imperialistas frente a otras. Las medidas que se consideraban como “medidas en dirección socialista”, adoptadas a las “especificidades nacionales”, fueron ciertas nacionalizaciones de monopolios extranjeros, sobre todo en el sector de energía, como sucedió en Venezuela.

Estas regulaciones se han realizado en un período histórico anterior en la mayoría de los estados capitalistas, incluso en Grecia, y no condujeron al socialismo en ningún caso; ni con “colores nacionales” ni con “internacionales”.

Tales regulaciones y nacionalizaciones se han generalizado en Europa capitalista tras la II Guerra Mundial y en Grecia en las décadas de 1970-1980.

Estas nacionalizaciones crean las condiciones previas para nuevas privatizaciones del capital nacional y extranjero lo cual vuelve con nuevos términos en la circulación de capitales en el mercado internacional, no con los términos de soberanía política de un estado extranjero.

Por ejemplo en Grecia el caso de la compañía de aviación que durante años fue prácticamente un monopolio, es un caso de transición del capital privado al capital estatal y viceversa. El caso de las empresas de energía eléctrica es similar.

En Grecia, el partido socialdemócrata que está en gobierno y ha puesto en marcha un programa de rápida privatización de las empresas con participación del sector público, que ha puesto en marcha un programa de ajuste de la educación, de la salud y del bienestar a empresas privadas, es el mismo partido que en la década de 1980 decía que traería el socialismo en Grecia.

Si nos fijamos detenidamente en los programas de los Partidos Comunistas que hablan de “vía nacional al socialismo” o de “socialismo del siglo XXI” o de "socialismo con mercado" o de "renovaccion del socialismo con un distancia critica de la planificacion central" etc. podemos constatar que se trata de los programas antiguos de los partidos socialdemócratas que los dejaron al lado al llegar al poder, sobre todo los últimos 25 años.

Me refiero a los programas de los partidos socialdemócratas en Francia, Alemania, Italia, Suecia etc.

Para la Europa capitalista ciertos beneficios sociales generalizados como la seguridad social, el salario determinado por convenios sectoriales etc., pertenecen ya al pasado sin retorno.

El futuro de la clase obrera en la Europa capitalista desarrollada es que baje el salario hasta llegar al nivel de los sueldos en China, Rusia, India, Brasil. Es natural que se aumente ligeramente la media en estos países donde hoy sigue siendo muy bajo pero este aumento no constituye un “socialismo hindú”, “chino”, “brasileño”, “venezolano” etc.

Por otra parte, si evaluamos las posiciones del “socialismo con características nacionales” nos damos cuenta de que no es nada original, contemporáneo o un ajuste programático de un Partido Comunista en países que están en posición subordinada en la pirámide imperialista.

Basta con compararlos con las posiciones de los partidos eurocomunistas de las décadas de 1960, 1970, 1980 y evaluar el resultado de su práctica política. La mayoría de estos partidos participaron en gobiernos burgueses de coalición y se convirtieron en pilares del sistema. Son responsables por la asimilación del movimiento obrero sindical, por la pérdida de su carácter masivo y su burocratización, así como por el hecho que no se había realizado ni una huelga a lo largo de 20-25 años en Francia, Alemania, España e Italia.

No es casualidad que los partidos de estos países denominados comunistas jugaron un papel líder en la creación de la organización oportunista europea, en la creación del Partido de la Izquierda Europea (PIE), que ha hecho propaganda para la asimilación del movimiento obrero en la UE imperialista.

Estos partidos son responsables porque presentaban la UE como un proceso progresivo, como una vía de sentido único hacia la llamada “globalización”. Han sembrado la confusión ideológica a los trabajadores, los empleados, los autónomos, los jóvenes de familias obreras, jugaron un papel protagonista en su asimilación a través de su participación en las instituciones respectivas, en el reparto de dinero de soborno. Sembraron ilusiones sobre la coherencia de la UE y su dinamismo económico que supuestamente llevaría al mejoramiento de la posición de los trabajadores asalariados. Aseguraban que fue posible la convergencia hacia arriba de los sueldos y del nivel de vida en los estados miembros de la UE. Estos partidos, el PIE en general, dieron una coartada izquierdista a las aspiraciones del capital europeo, de los gobiernos y los partidos al servicio de los intereses capitalistas en los países europeos. Son responsables porque no se realizaron movilizaciones obreras y populares a tiempo.

Las consecuencias de la crisis económica y la perspectiva de una nueva crisis aún más profunda provoca el temor de los burgueses e incluso la reacción de fuerzas pequeñoburguesas. Bajo estas condiciones estos partidos hablan de una reforma de la UE.

Se trata de la misma falsa y peligrosa línea política reformista vieja de reformas en un país a fin de humanizar supuestamente el capitalismo. Esta línea se presenta también a nivel europeo como una política de saneamiento del capitalismo en la Unión Europea.

Al mismo tiempo, el PIE utiliza e incita debilidades y dificultades existentes de Partidos Comunistas p.ej. en América Latina o Asia; dificultades que derivan del retraso en el desarrollo capitalista en estos países en comparación con otros. El PIE “empuja” hacia una línea de alianza contra el imperialismo de los EE.UU. junto con fuerzas políticas burguesas de otros centros imperialistas (p.ej. de la UE) supuestamente como fuerzas aliadas.

Lo peligroso es que las viejas posiciones revisionistas y reformistas de la socialdemocracia se presentan como nuevos, modernizados conceptos “izquierdistas” o incluso socialistas. Se les dan nombres como “marcha hacia el socialismo del siglo XXI” o “socialismo del siglo XXI” en contraste con el socialismo en el siglo XX al que ejercen una crítica nihilista.

El KKE no considera que se haya completado el ciclo del proceso contrarrevolucionario que se produjo en las dos últimas décadas del siglo XX.

Esta derrota del movimiento comunista históricamente temporal pero profunda se expresa mediante su retroceso ideológico, programático y organizativo.

Sin embargo, la necesidad del socialismo-comunismo madura dentro del capitalismo, igual que el capitalismo nació en las entrañas del feudalismo, aunque los germenes de las relaciones mercantiles aparecieron en las sociedades esclavistas.

El movimiento histórico del desarrollo social no es un camino recto y ascendente, sin zigzag y retrocesos.

Los primeros centros urbanos donde surgieron las relaciones capitalistas en el siglo XIV se destruyeron y se desarrollaron nuevos aproximadamente dos siglos más tarde.

Es cierto que hoy en día las condiciones materiales para el socialismo son mucho más maduras en relación con la primera mitad del siglo XX.

La elaboración programática de cada Partido Comunista debe sacar a la superficie, a la conciencia la maduración de las condiciones materiales en su país. Es decir, debe destacar los sectores donde existe centralización, producción social concentrada en la gran propiedad capitalista; debe aclarar de qué modo la propiedad capitalista impide el desarrollo de la prosperidad social, de qué modo se produce la destrucción de fuerzas productivas, qué significaría una producción sectorial planificada a nivel central integrada en la planificación central total, con propiedad social sobre los medios de producción concentrados, con control obrero, para un produccion con mas capacidad de satisfacer las cada ves crecientes necesidades sociales

La propiedad social y la planificación central son principios fundamentales, leyes económicas que rigen la construcción socialista y que no se revocan por las diferencias entre las distintas sociedades capitalistas.

Algunos Partidos Comunistas que están en el poder (p.ej. China, Vietnam) sostienen que la planificación central y la propiedad social son factores de retraso.

Si suponemos que cometieron errores en la planificación central, en el sentido que incluyeron medios de producción fragmentados esto es un error subjetivo y no una debilidad de la relación social de la planificación central.

La existencia de producción de mercancías espontánea es un problema para el programa de un Partido Comunista.

El KKE trata este asunto en su programa a través de la unión cooperativa en los sectores donde la fragmentación no afecta decisivamente la planificación central en su conjunto. Por ejemplo es otra cosa hablar de producción agrícola cooperativa, o incluso de la existencia de autónomos en ciertos servicios (p.ej. peluquerías, cafeterías, restaurantes) y es otra cosa en sectores estratégicos como la energía, los transportes masivos, la salud, la educación, para los cuales nosotros consideramos como medida la abolicion de todo tipo de relaciones mercantiles y capitalistas en estos sectores.

En este sentido cada Partido Comunista en cada país capitalista (y no es posible que exista un Partido Comunista sin clase obrera, es decir sin capitalismo) debe tener una posición clara que su meta es el poder, la conquista revolucionaria del poder obrero, es decir el derrocamiento del poder capitalista a través del conflicto total y la ruptura. Al mismo tiempo tiene que elaborar su programa, determinar sus alianzas sociales, los vínculos para la agrupación de fuerzas, aumentar la militancia y su politización, así como la contraposicion práctica hacia los organos burgueses.

La prioridad es que se exprese la unidad de la clase obrera a través de una plataforma de demandas y una forma de agrupación de los sindicatos con orientación de clase; igualmente para los autónomos, los estudiantes y el movimiento de mujeres.

Sin duda el trabajo del Partido Comunista en las fuerzas armadas es inevitable ya que el conflicto con el poder burgués debe tener la fuerza y los medios al menos para destruir sus mecanismos.

Además, es cierto que la clase obrera en los distintos países se enfrentará a una agudización repentina de las contradicciones alimentadas por la debilidad del poder burgués, a nivel ideológico y político, de dominar a la clase obrera y asegurar su alianza con los autónomos en comparación con el pasado.

Estos desarrollos se llevarán a cabo a pesar de las enormes pérdidas de las fuerzas del comunismo en los últimos veinte años.

El asunto crucial es el estado del factor subjetivo, sobre todo de la vanguardia de la clase obrera, del Partido Comunista.

Es difícil, en una intervención de tan corto tiempo, resumir las posiciones del KKE sobre todos los asuntos, nuestra percepción sobre el socialismo, nuestra explicación de la victoria de la contrarrevolución en la URSS y en otros lugares, los problemas contemporáneos de la lucha ideológica, la política organizativa del KKE, el contenido de nuestro objetivo por el reagrupamiento del movimiento obrero sindical, por la alianza social con los campesinos pobres y los autónomos en dirección de conflicto con los monopolios, las uniones imperialistas, los gobiernos burgueses, los partidos burgueses y oportunistas. Nuestras posiciones sobre todos estos temas son traducidas al español y estamos a su disposición para discutirlas.