Intervención del camarada Marco Vinicio Dávila.

Camaradas:

Este tema es importante en la elaboración de la estrategia del Partido Comunista de México, pues estamos deslindándonos de esta posición que fue hegemónica entre los partidos de la clase obrera de nuestro país a partir del año 56 del siglo pasado.

La estrategia de las vías nacionales al socialismo predominó en el movimiento comunista a partir del XX Congreso del PCUS, en los marcos de las tesis de la coexistencia pacífica y del policentrismo. Fue una conclusión derivada de la ausencia de una estrategia unificada para confrontar al imperialismo y de una apreciación no dialéctica de la correlación de fuerzas a nivel internacional.

En la práctica los partidos que sustentaron con mayor fuerza y llevaron hasta las últimas consecuencias tales análisis entraron en crisis profunda de identidad, mutando ideológica y orgánicamente, terminaron por parecerse a la socialdemocracia de la II Internacional en su periodo de descomposición en muchos aspectos. Fueron promotores del oportunismo contemporáneo, entre otras manifestaciones con el eurocomunismo y apoyaron en muchos casos la contrarrevolución de los 90; así mismo algunos de ellos hoy son parte del Partido de la Izquierda Europea, un partido que agrupa a oportunistas y reformistas.

En América, bajo tales premisas se desarrolló una colaboración con la llamada “burguesía nacional”, dejándose de lado el desarrollo del partido comunista como organización autónoma e independiente para privilegiar frentes pluriclasistas de la mano de objetivos intermedios entre el capitalismo y el socialismo, tales como la democracia nacional, la democracia popular, etc.

Se deja de lado que el policentrismo y las llamadas vías nacionales al socialismo desarrolladas en el cuadro creado por el XX Congreso del PCUS generaron una disgregación del movimiento comunista internacional y planteó experiencias que hicieron crisis antes de la contrarrevolución promovida por Gorbachov. Tal es el caso de la corriente oportunista y revisionista que se conoció como eurocomunismo y que tuvo una determinada popularidad en función del ascenso electoral de los partidos comunistas de Italia y Francia. Esta corriente no solo incluía al PCI y al PCF, sino al Partido Comunista de España y fue adoptada también por el Partido Comunista Mexicano, entre otros. Entre otras características se distinguían por una agresiva política para desmarcarse del PCUS y del movimiento comunista. El concepto como tal fue un fenómeno pasajero que entró en desuso con el declive electoral del “compromiso histórico” y del “socialismo con los colores de Francia”, sin embargo se prolongó en las políticas de esos partidos, que habían abandonado ya los principios elementales que demarcan al comunismo de la socialdemocracia, al marxismo-leninismo del oportunismo, por ejemplo alrededor de la Dictadura del Proletariado, del Centralismo Democrático, de la ilusión –muy propia de las tesis de Bernstein y la degeneración de la II Internacional– del parlamentarismo y defensa de las instituciones abandonando el planteamiento de la Revolución. La ecuación que estos oportunistas se plantearon consiste en que al abandono de principios sobrevendrá una mayor cantidad de afiliados[1] y una mayor cantidad de votos en los procesos electorales, sin embargo la realidad, siempre necia, demostró que por el contrario, se minó y se corroyó la estructura de esas organizaciones llevándolas a una crisis adelantada a los tiempos de la Perestroika, y sin embargo no desligada del proceso contrarrevolucionario[2]. Sin sacar las lecciones correspondientes las nociones modernizadas de las tesis de Carrillo, Marcháis y Berlinguer se prolongaron, y con ellas la crisis, en la “Mutación” que Robert Hue planteó al PCF transformándolo en un partido de ciudadanos y casa común, y en el Partido de la Refundación Comunista de Italia, sobre todo en las tesis planteadas por Bertinotti al V Congreso Nacional en Rimini en 2002 que llevan a la condena de la experiencia de la construcción socialista en el Siglo XX. Por cierto que nosotros no sacamos el balance negativo a partir de los fracasos electorales –que paradójicamente influyeron para el abandono de la identidad- sino de el resquebrajamiento de la influencia en la clase obrera y en el movimiento popular.

Hoy día no estamos en tal cuestión frente a un debate de la estrategia, sino al balance de una experiencia fallida, no nos acercó más al objetivo: el socialismo, y en algunos casos, como en México, retrocedimos prácticamente a cero en las tareas de organización de clase del movimiento obrero.

Tenemos que desarrollar más el estudio de la experiencia de la Internacional Comunista, que evidentemente dio una contribución positiva, aunque sobre la base de algunos errores surgió en el seno mismo del movimiento comunista una especie de culto a la particularidad, a la especificidad nacional.

El marxismo-leninismo, la teoría del comunismo científico siempre lucha contra el dogmatismo, y está por el estudio y asimilación de lo nuevo, así como de lo concreto que es cambiante, combinado con la generalización de la experiencia. Una de sus contribuciones es apreciar las generalidades, las regularidades del proceso social, de la lucha de clases.

Las revoluciones sociales en la historia, y por supuesto las revoluciones proletarias en nuestra época, abierta con el advenimiento del imperialismo y el triunfo de la revolución socialista de Octubre se desarrollan bajo leyes generales y regularidades, independientemente de sus especificidades.

Mucho del combate de Lenin y los bolcheviques, así como de Rosa Luxemburgo, contra la degeneración de la II Internacional se dejó de lado con la cuestión de las vías nacionales. Bernstein primero, y ulteriormente Kautsky y todos sus seguidores desnaturalizaron el marxismo en una cuestión fundamental: la teoría del Estado y la dictadura del proletariado, en el tema de la reforma versus revolución y la no comprensión de que el capitalismo dejaba atrás la libre concurrencia y entraba en la fase de los monopolios, que inclusive llevo a criminales errores en la cuestión colonial y en la Primera Guerra Mundial. En muchos sentidos la cuestión de las vías nacionales, los “caminos originales” operó como un proceso de socialdemocratización, desdibujamiento y bancarrota de varios partidos comunistas.

Ligado a tal cuestión de los caminos nacionales se encuentra la teorización sobre el socialismo con apellidos: socialismo “democrático”, socialismo “del siglo XXI”, socialismo “a la mexicana” y una retahíla de nociones que tienen en común el rechazo a la experiencia de la construcción socialista iniciado en la URSS, como en general un cuestionamiento a la teoría marxista-leninista del socialismo científico.

A pesar de la “originalidad” y la “creatividad” de los caminos nacionales compartían las mismas premisas que vamos a enumerar:

. La cuestión del reblandecimiento en el frente ideológico de crítica a la socialdemocracia a la que se consideraba con un ala de derecha y un ala izquierda con la que era posible establecer alianzas, y que finalmente, contrastada con la “derecha” condujo a las posiciones del “mal menor” y a coaliciones políticas y electorales donde el discurso que siempre predominó fue el del embellecimiento del capital.

. La cuestión de las alianzas, y el frente con los llamados sectores de la burguesía nacional lo que perjudicó con graves consecuencias que hoy nos afectan en la pérdida de independencia del movimiento obrero y en la autonomía y construcción del partido comunista

. La cuestión del culto a la democracia formal y al parlamentarismo dando un paso atrás con el desarrollo histórico de las manifestaciones del poder proletario con sus expresiones en la Comuna de Paris y los soviets, y llevando al absoluto de la democracia inclusive como contrapuesta con el socialismo, y convirtiendo a tales partidos en guardianes del orden burgués.

. La cuestión de la absolutización de la forma de lucha pacífica y el gradualismo de las reformas en oposición a la estrategia probada del movimiento comunista de la combinación de todas las formas de lucha, el rechazo a la violencia revolucionaria como partera de la Historia y el predominio de análisis de coyuntura marcados siempre por un cálculo de contabilidad electoral.

Camaradas:

En México impero desde finales de los años 50 del siglo anterior entre casi todas las organizaciones políticas de la clase obrera la “vía mexicana al socialismo”, ¿que se argumentaba pare ello?

a) México es un país semicolonial, con relaciones de dependencia profunda de los EEUU, cuando el desarrollo capitalista ya era evidente.

b) México como producto de la Revolución democrático-burguesa de 1910 ha desarrollado un Estado con particularidades que lo colocan por encima de las clases y que interviene en el conflicto capital-trabajo a favor de los derechos laborales consignados en la Constitución de 1917. Por lo que la alianza de la clase obrera con tal Estado fue desarrollada, y en el periodo Cardenista de los años 1934-1940, los sindicatos fueron corporativizados por el Estado, engendrándose el fenómeno del charrismo sindical, y la pérdida de independencia del movimiento obrero.

c) Se consideraba el hecho de que la burguesía usara al Estado para desarrollar la economía (nacionalizaciones, expropiaciones, desarrollo de la infraestructura, de la educación, etc) como el argumento para caracterizarla como una fuerte burguesía nacional, opuesta por sus intereses al capital extranjero y sobre todo al norteamericano. Sin tomar en cuenta que dicha política era necesaria para el desarrollo del capitalismo en nuestro país. Es decir que la “burguesía nacional” no actuaba sino en función de su propio beneficio, por lo que no podía aliarse con los capitales monopólicos extranjeros, encontrando en la clase trabajadora un aliado ideal para el desarrollo de las fuerzas productivas que permitieran el surgimiento y fortalecimiento de monopolios nacionales, pero para lo cual había que hacer concesiones que, en todo caso, serían, y fueron, temporales.

d) Se consideraba que la política de nacionalizaciones y del sector estatal de la economía que llegó a alcanzar casi el 70% de la industria y los servicios era una ruta al socialismo, ensanchando la base de apoyo a tales medidas.

e) Se consideraba el respeto a la Constitución y la ampliación de la democracia como la base de educación política de las amplias masas populares.

f) Se absolutizaba el camino pacífico por dos argumentos: el geográfico, por la vecindad con los EEUU y el histórico por la sangre derramada en la guerra civil de 1910-1917 en la que los cálculos registran en un millón a los muertos.

Los resultados están a la vista:

El proceso de centralización y concentración capitalista desarrollado por la burguesía que triunfó en la contienda armada en 1910, e identificado como un proceso de oposición a la intervención de los monopolios llevo a que las organizaciones clasistas tuvieran como su bandera la defensa del proceso del desarrollo capitalista.

Resumiendo, podemos afirmar que esta vía mexicana al socialismo, supeditó los intereses de la clase obrera a los intereses de la burguesía triunfante en la revolución mexicana de 1910-17. Cuya tarea era el desarrollo de las fuerzas productivas en el sentido del desarrollo capitalista mundial e integrarse, llegado el momento, a éste en su fase imperialista. Pero que En el contexto del México posrevolucionario y el contexto mundial tuvo que hacer concesiones a la clase obrera, lo que hizo pensar a los dirigentes obreros de la época que era posible llevar hasta las “últimas consecuencias” el proceso revolucionario. Es decir, a desarrollar la vía mexicana al socialismo, que tenía entre otras características dos fases intermedias, la democracia nacional y la democracia popular, para llegado el momento que nuestro pueblo lo decidiera alcanzáramos al socialismo.

A la fecha, con otro lenguaje, con otras características, esta misma tesis es presentada por las fuerzas de “izquierda” que representa o que se aglutinan en torno a López Obrador, por lo que no es casual el apoyo de Carlos Slim y otros grandes capitalistas mexicanos a éste. Su propuesta programática que se resume en la protección y fortalecimiento del mercado interno de las grandes transnacionales, esconde la realidad de que hay monopolios mexicanos que lo mismo explotan a los trabajadores nacionales que a trabajadores de otros países, pero también desconoce el hecho de que en la época de los monopolios, es decir, en la época del imperialismo ya no puede haber un mercado nacional. Desconociendo también que las contradicciones con los monopolios de otros países no hace a la burguesía mexicana ni nacionalista, ni patriota, ni mejor que aquellos. Pero que vuelven a supeditar a la clase obrera y a los trabajadores en general a los intereses de la burguesía.

Hoy, el PCM haciendo una revisión crítica de ese planteamiento programático, con los nuevos elementos que la realidad nos aporta, y a la luz del marxismo leninismo emprendemos la construcción colectiva de un nuevo programa para la clase obrera en la época del imperialismo, en la época de las revoluciones socialistas.



[1] En si la noción de afiliados ya es ajena al partido de nuevo tipo que Vladimir Ilich Lenin planteó y defendió de una organización de revolucionarios profesionales, de militantes.

[2] En tal sentido compartimos la Resolución sobre el Socialismo adoptada por el 18 Congreso del Partido Comunista de Grecia que profundiza el análisis critico sobre la contrarrevolución, ubicándola entre otros aspectos en la relación existente entre economía y política y el debate ocurrido en la URSS sobre el papel del mercado a fines de loa años 40 y principios de los años 50, debate resumido en uno de los últimos trabajos de I.V. Stalin; Problemas económicos del socialismo en la URSS.