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 A las mujeres trabajadoras, a las desempleadas, a las migrantes, a las madres de familia, a las jóvenes y estudiantes:

El Partido Comunista de México saluda a todas las mujeres proletarias en este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, proclamado como un día de lucha en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de 1910, a propuesta de la camarada Clara Zetkin.

 

Como cada año, es indispensable recordar que el 8 de marzo no es simplemente el Día de la Mujer, sino que es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. El carácter clasista de este día tiene su origen en la necesidad de lucha conjunta de las y los trabajadores que para terminar con la explotación y la opresión requieren de la unidad de las mujeres y hombres de la clase obrera para el derrocamiento del sistema capitalista. El triunfo de la revolución socialista depende de la organización y lucha de la mujer trabajadora, pues es condición para la construcción socialista, y a su vez el socialismo-comunismo es el camino para la emancipación de la mujer. A diferencia de las posiciones feministas, las comunistas no consideramos que la desigualdad y la violencia contra las mujeres se agote en el reclamo de las burguesas por tomar más posiciones de poder en el sistema capitalista, y en ese mismo sentido, nos oponemos firmemente a llamar a las mujeres de la burguesía como las compañeras de las mujeres proletarias, pues nuestras condiciones y nuestros intereses están abismalmente distanciados por la clase a la que pertenecemos, pues toda la clase burguesa se hace de fortunas y lujos a costa del sudor y sangre de toda la clase proletaria,  por lo cual, nuestra lucha está al lado de nuestros hermanos de clase, por el fin del capitalismo.

Este año se avizora altamente desolador para la mujer trabajadora, pues al igual que todos los proletarios del mundo, se enfrenta el grave peligro de la guerra imperialista, la muerte, la destrucción y la barbarie para saciar la sed de ganancias de los monopolios y del imperialismo. Frente a la amenaza de guerra, las mujeres trabajadoras de todos los países tenemos que unirnos al conjunto de la clase obrera y alzar la voz, golpear con un solo puño para acabar con la raíz de este problema y de este modo, crear todas las condiciones para conquistar un mundo nuevo. Así como en 1910, las mujeres trabajadoras y comunistas debemos posicionarnos contra la guerra, que afecta principalmente a la clase obrera, siendo ésta la principal víctima de todo conflicto bélico interburgués, la que muere al frente en el campo de batalla y por los efectos mismos de la guerra.

En México también será un duro año para toda la clase obrera, y en particular para la mujer trabajadora. Con el aumento de los precios y la disminución real del poder adquisitivo del salario, los productos en los mercados son cada vez más caros, la canasta básica es completamente inalcanzable con el salario mínimo, qué es también insuficiente para los costos del transporte, de la vivienda y de los medicamentos. La crisis del capitalismo golpea a toda la clase obrera pero es un golpe aún más duro contra la mujer trabajadora.

En nuestro país nada ha cambiado, y es ingenuo pensar que la transformación depende de una figura política que pertenece a otra clase social. Del mismo modo, no podemos poner culpas sobre un único responsable, pues no es solamente el gobierno en turno el que contribuye a perpetuar el desempleo, el hambre, la miseria, las enfermedades, la precariedad, y, en el caso de las mujeres, la violencia y los feminicidios, sino que es el sistema capitalista y el poder de los monopolios los que ponen sus ganancias y beneficios sobre la vida y la salud de las y los trabajadores. Los cambios que necesita nuestro país tienen que hacerse de una manera profunda y radical, y para ello es necesario que las mujeres trabajadoras, como fuerza indispensable, tomen parte activa e impulsen la lucha de la clase obrera, única clase interesada en poner fin a lo caduco y parir lo nuevo.

La posibilidad de emprender enérgicamente todas estas luchas, y por la conquista de un mundo nuevo, depende de la unidad de la clase trabajadora, la principal fuerza en donde la mujer trabajadora tiene un papel fundamental. Sin embargo esta lucha no puede llevarse a cabo sin la participación de las trabajadoras, pues aislados entre sí las mujeres y los hombres de la clase obrera no se podrán erradicar la explotación, ni sus consecuencias. Es necesario unir esfuerzos y actuar juntos frente a los obstáculos que la clase dominante pone para dividir a la clase y evitar que nos reconozcamos como proletarios.

Este objetivo, que pudiera parecer sencillo, se ve envuelto en la fraseología y los discursos feministas de la burguesía y la pequeñaburguesía, que pretende presentar nuestras dificultades como un asunto de géneros, de hombres contra mujeres. Y con los hombres trabajadores, nosotras, las mujeres trabajadoras, tenemos intereses comunes indisolubles en tanto con las mujeres de la burguesía tenemos antagonismos irreconciliables. Ese es el asunto de fondo del feminismo desde hace 100 años, un obstáculo para la lucha proletaria.

La emancipación de la mujer obrera sólo puede lograrse mediante la lucha por el derrocamiento del capitalismo, para que con el poder obrero, la socialización de los medios de producción, el control obrero, la planificación central, construyamos una nueva sociedad la del socialismo-comunismo, que pone un fin definitivo a la explotación y a la opresión. La verdadera emancipación de la mujer es completamente imposible en cualquiera de las gestiones capitalistas.

En el sistema capitalista, la mujer jamás podrá ser libre y equipararse con el hombre, se mantiene despojada de sus derechos y mantiene una relación de dependencia en clara desventaja en la familia, situación que sólo empeora si como factor extra la mujer no participa del campo de la producción.

Solamente el socialismo-comunismo garantiza la emancipación de la mujer siendo gran ejemplo la Gran Revolución Socialista de Octubre y la experiencia de la construcción socialista, en donde las mujeres fueron integradas plenamente en el proceso productivo Y obtuvieron la conquista de todos sus derechos políticos y sociales.

Así, las mujeres proletarias tenemos que transformar nuestra indignación en organización por la unidad de todas y todos los trabajadores, uniendo nuestras fuerzas con las y los trabajadores del mundo.

El Partido Comunista lucha día a día por la emancipación de la mujer trabajadora, y este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, saluda y honra la lucha diaria por una vida digna, en lucha contra el capitalismo, por un futuro de emancipación para toda la clase obrera.

¡Viva el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora!

Comisión de Emancipación de la Mujer del Comité Central del Partido Comunista de México