A los camaradas representantes de los partidos comunistas y obreros del mundo:

MENSAJE DEL PARTIDO COMUNISTA BRASILEIRO (PCB) AL XII

ENCUENTRO INTERNACIONAL DE PARTIDOS COMUNISTAS Y OBREROS

África do Sul, 3 a 5 de dezembro de 2010

Vivimos un momento extremadamente difícil y, a la vez, intensamente rico de la lucha de clases. La crisis económica mundial, hoy presente en casi todo el mundo, una crisis de acumulación y de sobreproducción, del sistema capitalista como uno todo, reafirmó la fragilidad estructural de este sistema, su naturaleza centralizadora y su carácter excluyente. Las políticas propuestas para la superación de la crisis – centradas en el corte de gastos públicos, en la reducción de salarios y en la continuidad de la retirada de derechos de los trabajadores – tienen carácter inconsistente y contradictorio, y contribuyen para agravarla aún más.

Hay muchas consecuencias de la crisis que cambian el cuadro global y que deben ser llevadas en cuenta: cae aún más la centralidad de la economía norteamericana como “locomotora mundial”, se instala una guerra cambiaria entre los principales polos mundiales. El más importante es que hay, en varios países, una reanudación de las movilizaciones de trabajadores, sea en la defensa de sus derechos, como en Portugal, en Francia, en Grecia o en otros países, con acciones organizadas contra el aumento del desempleo y las medidas anticrisis adoptadas por los gobiernos.

En Brasil, tenemos una consolidación de un tipo de democracia burguesa altamente excluyente, con barreras fuertes a la organización de los trabajadores y a la acción de los partidos antagónicos a la orden. La media está compuesta por grandes grupos privados y casi monopolista. El capitalismo brasileño es plenamente monopolista, desarrollado e integrado internacionalmente y, por estas razones, no hay base social para cualquier arreglo socialdemócrata o nacional-libertador que pueda resolver los problemas de la mayoría de la población y garantizar justicia social. Hay, en Brasil, una elevadísima concentración de la renta, altos índices de desempleo, de pobreza y desesperanza. El hecho de que 50% de la población brasileña no tiene acceso al saneamiento básico es una clara demostración de sus contradicciones.

Como resultado de las políticas liberales de las dos últimas décadas, las áreas sociales, como la seguridad social, la salud, la vivienda y otras fueron destruidas o precarizadas. Sin embargo, hubo algún crecimiento económico en los últimos años, con una reducción de los niveles de miseria y una relativa expansión del mercado interno, bajo fuerte incentivo de una política que conjugó renuncia fiscal con el endeudamiento personal/familiar junto al sistema financiero, que generó una cierta expansión de las capas medias. Pero la desigualdad aumentó, y como inicialmente afirmamos, la concentración de renta en Brasil continúa siendo una de las más perversas del mundo.

El PCB participó de las elecciones de este año con candidatos propios, habiendo hecho, sin embargo, esfuerzos para constituir un frente de izquierda con las demás fuerzas políticas del campo socialista y revolucionario, con el objetivo de demarcar el campo anticapitalista y antiimperialista y contribuir, en la esfera electoral, para la formación de un frente más amplio, con partidos y movimientos sociales, direccionado para la construcción de la Revolución Socialista en Brasil. Los partidos de ese campo recibieron pocos votos. Para este resultado contribuyeron la escala reducida de esos partidos, la polarización de las elecciones entre los dos bloques que fueron al segundo turno, el carácter excluyente de las leyes electorales, el boicot de la grande media a los partidos no reformistas y, principalmente, la hegemonía burguesa, que sigue dominante en Brasil, reforzada por el carisma personal y por las políticas compensatorias y populistas emprendidas por el presidente Lula, a lo largo de 8 años. Sin embargo, dejamos raíces, conquistamos reconocimiento y respeto de los trabajadores y salimos fortalecidos políticamente.

La victoria de Dilma Roussef, del PT, en las últimas elecciones representa la continuidad del modelo económico y de la base de sustentación política del Gobierno Lula. Y por lo que está siendo anunciado, el modelo económico seguirá con los preceptos liberales, manteniendo el cambio libre, la economía abierta, la formación y el fortalecimiento de grandes grupos económicos brasileños asociados al capital internacional. La economía se caracteriza por la elevada participación de las exportaciones de commodities agrícolas y minerales, y mantiene una relación de dependencia en relación al flujo de capitales externos atraídos por las bolsas de valores y por los títulos públicos, principalmente debido a las altas tasas de intereses practicadas. Hay, también, un significativo flujo de inversiones extranjeras directas, especialmente en las áreas petrolíferas y de bienes de consumo durables, pero la industria, incluso con una base sólida en todos los segmentos y algunos nichos de alta competitividad internacional, está perdiendo terreno para bienes importados, dada la valorización del Real.

La base de sustentación de Dilma es policlasista, manteniendo las formas del apoyo a Lula, con grandes banqueros, grandes grupos industriales, grandes exportadores de productos agrícolas, partes de las capas medias y de los trabajadores de baja renta, y, fundamentalmente, la población que vive en la línea de la miseria, mantenida viva con los programas oficiales de combate al hambre. Lula disminuyó el ritmo de las privatizaciones que caracterizó el gobierno anterior, neoliberal, usando, sin embargo, nuevas formas de privatizar, como las colaboraciones público-privadas, concesiones de carreteras para la explotación privada, ayuda a bancos y creación de “Organizaciones Sociales”.

En el campo político, la alianza partidaria liderada por Dilma incluye partidos conservadores como el PMDB, que siempre compone con el campo de la situación, el PP, de centro-derecha, y otros del mismo campo, además de líderes conservadores importantes, algunos de los cuales integrantes de los gobiernos militares, además del ex-presidente Fernando Collor, cuyo mandato terminó con su impeachment, por comprobada corrupción. Componen también este bloque algunos partidos con origen de izquierda. En su programa, Dilma demostró que pretende dar continuidad a la política social de Lula – centrada en la distribución de bolsas para la población de renta muy baja, una presencia mayor del Estado en las áreas petrolífera y bancaria, y el mantenimiento de la política externa más independiente de Lula, direccionada también para la defensa de los intereses de las grandes empresas brasileñas en el exterior, como en el caso de las constructoras.

El adversario derrotado en el segundo turno, José Serra, del PSDB, representó los segmentos de la burguesía brasileña más a la derecha, más conectados a los intereses de los EUA, con el apoyo, inclusive, de grupos oriundos de los gobiernos militares (1964 – 1985). En la campaña, Serra se aproximó de grupos religiosos ultraconservadores, trayendo para el debate temas como la prohibición del aborto y de la unión civil entre homosexuales. Por este conjunto de razones, el PCB indicó el voto crítico en Dilma, declarándose, de antemano, en oposición a su gobierno.

En el campo de las luchas sociales, aunque actuando bajo la hegemonía burguesa y sufriendo aún las consecuencias, en su organización, del desempleo y de las políticas de precarización de las relaciones de trabajo de las dos últimas décadas y sobre todo de la cooptación, están resurgiendo el movimiento sindical y las luchas populares. Nuevas entidades intersindicales están formándose y diversos movimientos sociales están retomando su lugar en la escena política, con el retorno de huelgas y manifestaciones diversas. Nuestro partido viene participando de esa reanudación y empeñándose para elevar el nivel de enfrentamiento de la lucha de clases.

Delante de ese cuadro, el PCB propone la construcción de un frente anticapitalista y antiimperialista, que pueda hacer frente a las dificultades de organización de los trabajadores, superar la hegemonía burguesa y llevar adelante el proceso revolucionario en Brasil y en el mundo.

Finalmente, por cuenta del agravamiento de la crisis del capitalismo y del consecuente aumento de la temperatura de la lucha de clases, entendemos que ya es el momento de que esos importantes encuentros mundiales de partidos comunistas y obreros den un paso al frente en la articulación del MCI, en el que se refiere a la información, a los debates y al refuerzo del internacionalismo proletario.

¡Muchas gracias!, ¡Viva el MCI!, ¡¡¡Viva el Socialismo!!!


Comitê Central do PCB